UNA LIGA NUEVA INCOHERENTEMENTE LARGA por Natalia Arroyo
Artículo extraído de la web www.esportfemeni.com y traducido por Natalia ArroyoFoto: www.ehkirola.org |
Domingo arranca la nueva Superliga, o Primera División Femenina, con dos novedades: el Llanos de Olivenza y El Olivo. Digo nueva pero perfectamente podría decir vieja, porque este año recuperamos el antiguo formato de grupo único y dejamos atrás la travesía de dos años de experimentación con el caos de los tres grupos, las dos fases y la final a doble partido.
Es momento de analizar la experiencia y decidir si consideramos este regreso a la Superliga de toda la vida como un paso atrás o un paso adelante. Yo considero que, si bien no ha fracasado rotundamente el formato, los dos años han frenado el impulso del fútbol femenino en España. O, mejor dicho, intuyo que, de haberse seguido con una liga más tradicional, hoy en día estaríamos en otras condiciones de menos desgaste y más proyectos de futuro.
Foto: www.ehkirola.org |
La situación de crisis económica que ahoga a los clubes y exprime a las jugadoras, no ayuda a consolidar el futfem, como tampoco lo hace el poco apoyo institucional que sigue escondiendo el esponsor prometido y reduciendo a la mínima expresión su repercusión televisiva. Sólo la Copa de la Reina, con la idea de decidirse a una final a cuatro concentrada en una sede y tres días, en una apuesta más comercial que deportiva, ha reactivado este interés.
Se podría decir que celebro la recuperación de la liga de toda la vida, pero no es así. Y no lo es porque la jugarán 18 equipos y, basándome en los ejemplos de las principales ligas europeas, que todavía nos llevan mucha ventaja por mucho Europeo sub-17 que España gane ante potencias como Francia o Alemania, optan por formatos más reducidos con un promedio de 10 o 12 equipos participantes.
La Bundesliga alemana la disputan 12 clubes, como también la División 1 en Francia, la Toppserien de Noruega o la Damallsvenskan sueca. En Dinamarca, la Elitedivisionen la juegan 10 conjuntos, como pasa también en Islandia con la Úrvalsdelid o en Portugal con la primera Divisao; en Italia, la Serio A femenina la forman 14 equipos. Y en Inglaterra, Rusia, los Estados Unidos o el Japón, auténticos referentes, sus ligas semi-profesionales tienen entre 6 y 9 participantes. No juegan tantos equipos como España ni en China, donde la liga nacional es de 16 clubes.
La Bundesliga alemana la disputan 12 clubes, como también la División 1 en Francia, la Toppserien de Noruega o la Damallsvenskan sueca. En Dinamarca, la Elitedivisionen la juegan 10 conjuntos, como pasa también en Islandia con la Úrvalsdelid o en Portugal con la primera Divisao; en Italia, la Serio A femenina la forman 14 equipos. Y en Inglaterra, Rusia, los Estados Unidos o el Japón, auténticos referentes, sus ligas semi-profesionales tienen entre 6 y 9 participantes. No juegan tantos equipos como España ni en China, donde la liga nacional es de 16 clubes.
Foto: José Juan Gurrutxaga |
Creo que la razón es sencilla: todavía no hay bastante calidad ni suficiente infraestructura como para construir unas ligas más grandes y más largas que sean competitivas. Hacerlo es una locura porque entre interrupciones por selecciones, paradas festivas y otros, la competición se eterniza mucho más del que los viajes en autocar de las jugadoras, los marcadores abultados y los presupuestos de los clubes quieren y pueden asumir.
Este fin de semana empieza la Superliga y, permitidme que, a pesar de estar ilusionada y con ganas de ver en acción al nuevo Barça y al nuevo Atlético de Madrid, reforzadísimos, los siempre luchadores Athletic Club y Levante, la versión modesta pero todavía muy competitiva que queda de los finalistas del año pasado Rayo Vallecano y Espanyol, y las consolidaciones de la Real Sociedad, el Sant Gabriel o el Valencia, me la mire con recelo, en espera el anuncio del primer club que se retirará antes de que acabe la competición. Demasiado déficit, demasiada inestabilidad. Poca previsión, pocas soluciones.
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